Caminando por la pradera
un tarde cualquiera,
divisé tu sombra
bajando por la ladera,
me acerqué murmurando
una canción de primavera.
Estabas de espaldas
mirando el horizonte
con la mirada perdida,
soñando quizás una quimera.
Al escuchar mis pasos,
me diste una mirada traicionera,
esbozaste en tus labios
una sonrisa , una mueca
de desgano
como si yo no existiera.
Sin tomarlo en cuenta
fingí que no te conocía
y dándote una sonrisa
te brindé una carcajada lisonjera.
Tus ojos me miraron sin mirar
y tu voz sonó fría y helada
como si hablar fuera una tontera.
Me quedé en silencio
con una larga espera,
no hubo bullicio
sólo soledad inmensa,
me senté a tu lado
y fingí estar muerta.
La tarde se puso arrebolada
y el sol se ocultó
por allá en la cuesta.
Así permanecimos horas
sin mirarnos si quiera.
Al llegar la oscura noche
me brindaste una mueca
que interpreté ingenuamente
hasta mañana mozuela.
Me levanté de un salto
y corrí por la ladera,
mi canto era alegre
y te llevaba en mi mollera,
mañana sería un dulce día
de una hermosa primavera.
Suyai
E/M
D./R
Chile.
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