jueves, 12 de agosto de 2010

Espinas.


Aquella tarde
la llovizna
se mezcló
con mis lágrimas.
Cayeron presurosas
buscando un escape
no pude evitarlas.
Tú, ni cuenta te diste
total, ¿qué importaba?
Te había regalado
mi vida,
y tú la dejaste
olvidada ,
al doblar
la esquina
Desapareciste
altivo, triunfante.
Ya la rosa
deshojó su lozanía.
Entonces;
sólo quedaron
las espinas.

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