Le vi con mis propios ojos
nadie me lo contó.
Su andar altivo
con la mirada de un gran señor.
De su brazo que antes fuera mío
caminaba con otro amor.
Al desviar su mirada
con la mía se encontró.
Balbuceando una mueca
de su boca, el cigarro cayó.
Erguida y con desplante hipócrita
altiva, digna avancé yo.
Mis labios temblorosos
aquieté sin perdón.
No hubo un acto de desacato
ni un temblor se percibió.
Avance cuál ciega,
por dentro; un horrendo dolor.
fue un instante eterno,
nos cruzamos por error.
De aquel triste suceso
sólo un mal recuerdo es hoy,
han pasado mil años
silva el viento, un canto soy.
Suyai copyright 2010
Chile d/ r.
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