
Nada dura para siempre; el amor acaba,
como acaba la mañana, para dar paso
a otra madrugada.
Tus lágrimas se acogen a una silueta que ya marcha,
a una cadena que también oxidada
se hace trizas en la ceniza de su mirada.
Como todo en la vida, un día se acaba...
la luz de la agonía de una noche callada,
marcha silente tu voz en la puerta cerrada.
Las palabras que te deslumbraron,
las caricias que te acariciaron, dejaron
un recuerdo olvidado en el corazón helado.
Suyai
E.M.
Chile,