lunes, 21 de septiembre de 2009

Tuya.


En la furtiva alba,

de esta madrugada,

besé tus labios,

y bebí de ellos

el temblor de tu boca.


Has dicho mi nombre

en el claro de la mañana,

mientras buscabas, presuroso,

un labio de mis labios,

para entregarme en un beso

tu alma de niño.


I al besar mi boca

sentí tu corazón de hombre,

que sostenía mi cuerpo

convertido en mi dueño.

Entonces me dije:¡ estoy a su merced¡


Suyai

Edith Moncada

D/R

Chile.

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