lunes, 13 de septiembre de 2010

Un encuentro


Un encuentro. Edith Moncada Monteiro.

Ella permaneció impávida, sin corresponder a su beso, fría como una lápida.

_ ¿Qué le ha ocurrido a usted Berthe?

_Nada que a usted le interese supongo, dijo Berthe, y se apartó sutilmente, dejando al Barón de Ètraille totalmente desarmado.

La miró en silencio por unos segundos.

Ella con un ademán de indiferencia dueña de sí misma, se irguió con femineidad, realzando su busto, que se levantó turgente por encima de la blusa blanca con broderies, y posó su vista por el paisaje a través de la ventana. Su cara era tan bella qué hizo temblar al Barón.

Se dijo para si; quiere hacerme pagar nuestra ruptura, es una actitud femenina.

_ Debo reconocer que está usted muy bella Berthe.

_ Gracias, pero eso no tiene importancia.

Siento mucho lo ocurrido Berthe, la verdad creo que obré muy precipitadamente aquella noche.

Usted no hizo nada, fui yo la culpable, ¿no lo recuerda?

Los años me han cambiado, también la manera de pensar, no recuerdo lo que pasó simplemente lo he olvidado.

_Hace usted bien el pasado ya no existe, dice sonriendo irónicamente.

Por supuesto querida sólo tenemos el presente, ni siquiera existe el futuro, no sabemos como se presentará.

Cada movimiento de ella era como un acicate a su virilidad, se sentía tan atraído estaba tan apetecible que nuevamente se acerca colocando su mano temblorosa en la pierna de Berthe.

Le mira fijamente, saca con cuidado la mano y dice: También los años le han puesto tembloroso, increíble lo que sucede con el tiempo. Se pone de pie y se cambia de asiento, dejando sin palabras al Barón.

Estoy dispuesto a casarme nuevamente con usted mi bella dama, está usted tan divinamente encantadora que ya no podría bajarme de este tren sabiendo que no estaremos juntos.

Siento decirle que eso no es posible Barón.

_ Nada es imposible Berthe querida, recuerde el tiempo pasado, fue feliz.

Desgraciadamente, para usted, no podrá ser.

_ Berthe querida, no me haga sufrir. No se da cuenta, que haría por usted, cualquier cosa, Pídame lo qué quiera, su deseo lo cumpliré.

Ella le mira, con desgano diciendo: _He guardado muy bien las apariencias, al parecer, usted nunca se ha enterado de nada. ¿Verdad?

_En eso tiene usted razón, ha cumplido muy bien lo acordado.

_Pues bien, visíteme en esta dirección, saca de su bolso una pequeña tarjeta. Se pone de pie. Hemos llegado. Buen día Barón., Desciende envuelta en sus pieles como una reina.

La ve descender y perderse en la multitud. Mira la tarjeta, esta dice: Madame: Claude Saint Claire. Dama de compañía.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho, sigue escribiendo, que queiro leer mas :P jejeje, saludos.

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  2. Gracias Alberto , AHORA SI QUE me quedo en silencio, un abrazo grande para ti, por la gentileza.

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