martes, 5 de octubre de 2010

Mordiendo las horas.

Déjame pronunciar tu nombre
cuando mis manos tu cuerpo acaricien,
bebiendo de tu boca la miel
que tu divinidad me provoca.

Déjame hablarte al oído
despacito casi en silencio
mordiendo las horas
atrapando el tiempo.

Con el ápice de mi lengua
tu cuerpo rozar quiero,
envolviéndonos en el placer
que nos provoca este querer.

¡Oh divinidad inmaculada
dulce embriaguez del amor
sublime!
Danos este privilegio
y que el tiempo muera.

Suyay 2010 copyright

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