
Desnuda a tu altar me presento,
vestida sola de pasión y deseo,
oliendo de tu pecho
el vaho del dulce aliento.
Tómame ahora, estoy fraguada
a tu candor y silencio.
Déjate de prejuicios y tormentos
vívamos este instante ahogados,
anudados a nuestro febril cuerpo.
Mañana que sea Dios, quién juzgue
por arrebatarle a la vida
este dulce y tierno momento.
Será el silencio mudo testigo
de la conjunción de nuestros cuerpos.
Suyay 2010 copyright
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