
En la arena quedó el libro
que nunca leímos,
no hubo tiempo...
nuestras miradas sólo querían
llenarse de nuestros mimos.
Tus labios junto a los míos
bebieron de su néctar
nuestros pechos suspiraron
al unísono tan sorprendidos.
Tus manos y mis manos
recorrieron intrépidos
nuestros cuerpos
en ese instante,
dejamos de ser niños.
Suyai
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