viernes, 22 de enero de 2010

Tu última mirada.


Me has abrazado con tu mirada...
has clavado un puñal de fina daga,
sabiendo que jamás podría
olvidar que he sido enjuiciada.

No te importó mi suplica
mi llanto,
crepitaron en mí
todas las furiosas miradas.

Acepté mi culpa...
acepté mi falta,
empequeñecida
atribulada.

Sonrío el destino...
cayó sobre mi cuerpo humillado
las burlas,
marchitosé para siempre
la sonrisa de mi cara.

Nadie pudo soportar
que una simple mujer
diera su vida...
por nada.

Acabosé el mundo; en aquella fría mañana,
sus ojos fueron arrancados...
para que otra más digna más bella
le entregara su piel porcelana.

¡ ay¡ qué injusticia tiene la vida
¿por qué nacer mestiza...
habiendo tanta belleza
por doquier realzada?

Ya mis ojos míseros
no verán la mañana,
mi piel morena vergüenza
de esclava.

Que mis lágrimas,
sean el bálsamo
que haga brillar
su real pasada.

Qué todos aplaudan
la pareja recién casada,
que mi vientre no hable...
que no palpite...
que no se sepa,
que llevo un hijo apegado
a mis entrañas.

¡ ay¡ qué dolor se siente
ser sólo una esclava.

Suyai
2010
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Todos los derechos reservados.
Chile.


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